El principio del final

Abrí aquella caja, llena de adornos, hilos eléctricos, preciosa e inaccesible, una caja la cual no se puede tocar pero que cada vez se vuelve más pesada, cargada y llena por todas partes que se vuelve casi imposible sostenerla.
Busqué en su interior, miles de palabras habían en ella, tantas que era como mirar el cielo viendo las estrellas, incalculables tanto en su cantidad como en su profundidad.
Una carta
Un escenario
Dos protagonistas

Yo
Mi nuevo yo
Miles de sentimientos
Lágrimas
Verdad.
Tomé aquella carta entre mis manos y la caja absorbió todo de mí, me volví una espectadora en aquél escenario, de aquella escena parte de una historia de la cual ya sabía el final, la trama no era desconocida, al contrario, es mía.
Catorce de febrero de aquél año, dos cuerpos cubiertos de hierro, frío y duro. Le di esa carta a ella, la escribí para ella.
Una carta de amor, claro está, un arma de la verdad, también.
“léela, quiero escucharte hacerlo” le susurre.
Sus labios se movían rítmicamente, perfectamente
como ella.
Pero no sabían a dulzura, sabían a opresión.
Mis palabras salían de su boca, creo que eran tan pesadas aquellas palabras que emergieron de mi corazón que su boca no podía con ellas.
“…eres mi familia” dijo, repitiendo mis palabras, su boca se derrumbó, sus ojos también, junto con ellos, yo.
Nos derrumbamos, las lágrimas caían como un diluvio, tan devastador que se sabe que a su paso dejará destrucción.
Decíamos ilusión, pero sabía a pérdida.
Trescientos catorce días desde que la vi por primera vez, creí que apenas era el inicio y hoy me doy cuenta que sí era un inicio, pero del final.
Hoy soy la espectadora, me sitúo en aquella escena
Ella, llorando al saborear mis palabras llenas de amor, reprimiendo algo que no se permite decir.
Lo sé, pero estoy ciega y me aferro con todas mis fuerzas.
Hoy lo sé, en aquella escena fue cuando supe que la perdí, a pesar de que de su boca salían palabras de amor, sabía que era el inicio del final.

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