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El interior

En nuestro interior hay un profundo mar de de emociones, pensamientos, sensaciones, vibraciones constantes que recorren nuestro cuerpo, los cuales nos hacen tan interesantes a cada uno como individuo. 

Quiero hacer de este lugar una entrada a lo que recorre mi cuerpo y lo hace vibrar con cada experiencia que se me presenta y así dar un poco de mí con cada palabra.

La chica de las alas

Y aquella noche la vi,

La vi luego de muchas lunas

La conocí hace muchas lunas

Ella tenía el mismo rostro, la misma alegría, seguía siendo ella, pero algo había cambiado, y no lo digo por el arete que tenía en su nariz ni en su evidente musculatura desarrollada

Los ojos eran los mismos

Sin embargo, su mirada no era la misma

Tan bella con la mirada perdida y una sonrisa con ánimos de ir viajando, solo ella sabe a que recuerdo o pensamiento

A penas la vi lo supe, ya no era la niña que conocí, era una mujer

Había abandonado sus brazos y los cambió por alas

Alas que tocaron diversos aires, diversas culturas, diversos estilos de vida

Era la misma de mis recuerdos, pero era distinta aquella viajera que solo estaba de paso en ese lugar

Sentí admiración al verla y algo de envidia, ya que ella había podido volar con sus alas y yo aún no he podido emprender mi vuelo.

Vuela viajera

Vuela por quienes tenemos cortadas nuestras alas esperando a que surjan nuevamente y emprender con fuerza nuestro vuelo

Vuela para que joven tengas marcas de vida y no de arrugas sin vida

Vuela porque a eso hemos venido a la tierra

A emprender el viaje al rumbo que nuestro instinto nos llame.

La que escribe

Quizás lo que escribo no trasciende en ti, pero trasciende en mí.

A veces me desconozco

Y llevo toda la vida conmigo

Idiota puede parecer, pero a veces me siento como una extraña, alguien que no se reconoce

Me dicen quien soy quienes no saben ni quienes son ellos mismos.

Palabrerias vacías, y es que tú no me conoces más de lo que yo misma me conozco, y eso que a veces siento que es mucho y otras que no es nada.

No busco agredir con mis palabras, o quizás quien escribe en este momento si lo busca hacer, pero no te dejes engañar.

La que hoy escribe puede que no sea la misma que mañana, sin saber quien será

D

e

S

p

E

r

T

a

R

á.

El principio del final

Abrí aquella caja, llena de adornos, hilos eléctricos, preciosa e inaccesible, una caja la cual no se puede tocar pero que cada vez se vuelve más pesada, cargada y llena por todas partes que se vuelve casi imposible sostenerla.
Busqué en su interior, miles de palabras habían en ella, tantas que era como mirar el cielo viendo las estrellas, incalculables tanto en su cantidad como en su profundidad.
Una carta
Un escenario
Dos protagonistas

Yo
Mi nuevo yo
Miles de sentimientos
Lágrimas
Verdad.
Tomé aquella carta entre mis manos y la caja absorbió todo de mí, me volví una espectadora en aquél escenario, de aquella escena parte de una historia de la cual ya sabía el final, la trama no era desconocida, al contrario, es mía.
Catorce de febrero de aquél año, dos cuerpos cubiertos de hierro, frío y duro. Le di esa carta a ella, la escribí para ella.
Una carta de amor, claro está, un arma de la verdad, también.
“léela, quiero escucharte hacerlo” le susurre.
Sus labios se movían rítmicamente, perfectamente
como ella.
Pero no sabían a dulzura, sabían a opresión.
Mis palabras salían de su boca, creo que eran tan pesadas aquellas palabras que emergieron de mi corazón que su boca no podía con ellas.
“…eres mi familia” dijo, repitiendo mis palabras, su boca se derrumbó, sus ojos también, junto con ellos, yo.
Nos derrumbamos, las lágrimas caían como un diluvio, tan devastador que se sabe que a su paso dejará destrucción.
Decíamos ilusión, pero sabía a pérdida.
Trescientos catorce días desde que la vi por primera vez, creí que apenas era el inicio y hoy me doy cuenta que sí era un inicio, pero del final.
Hoy soy la espectadora, me sitúo en aquella escena
Ella, llorando al saborear mis palabras llenas de amor, reprimiendo algo que no se permite decir.
Lo sé, pero estoy ciega y me aferro con todas mis fuerzas.
Hoy lo sé, en aquella escena fue cuando supe que la perdí, a pesar de que de su boca salían palabras de amor, sabía que era el inicio del final.

La conocí sin saber que ella era la mujer de mi vida. Aquel día era un día como cualquier otro, un día que pensé que sería igual al anterior e igual al que le seguía pero ese día en el que la conocí las cosas cambiaron.
Una chica más bien tímida, graciosa y muy cautivadora al mismo tiempo lo cual me llamaba profundamente la atención y cada día comenzaba a querer saber más de aquella chica colombiana, Aries, de 21 años que medía 1,68 cm.
Conversaciones más bien discontinuas pasamos a intercambiar nuestra interioridad en largos mensajes y eternas conversaciones que manteníamos durante el día y por cada palabra que nos decíamos podría afirmar que era algo que nos iba uniendo cada vez más y sin darnos cuenta enlazábamos nuestras almas la una a la otra con el pasar del tiempo y junto con el tiempo nació un sentimiento el cual crecía de una manera tan veloz que me dejaba pasmada, sentía miedo pero no de ella ni de sentir algo por ella. Me asustaba tanta seguridad en mis sentimientos y en tan poco tiempo pero es que nadie nunca me había hecho sentir de tal manera, tan segura, tan calmada, tan acompañada, tan plena y tan feliz.

Ha pasado ya un tiempo desde que la he conocido y nadie podría lograr dimensionar la dicha que siento al hablar de esa mujer, mi mujer. Tan mía y yo tan suya y es que acaso ¿alguien podría pensar que se puede ser de la otra persona sin siquiera haberle puesto un dedo encima? ¡Yo tampoco lo creía! Pero ella cada día me hace sentir que es mía con sus palabras y sus actitudes y no solo eso sino que el saber que cada día, cada noche me espera desnuda en su cama con el pecho abierto para yo poder dormir en el y yo vivo ansiosa de que aquel momento llegue, aquel momento en el cual su pecho se transforme en mi almohada y su cuerpo en mi cobija cubriéndome de su calor y es que nuestros cuerpos se complementarían a la perfección, ella tan cálida y yo tan fría por lo cual la unión de nuestros cuerpos sería el perfecto equilibrio, pero que gran equilibrio el que haremos al volvernos una cuando la tenga entre mis brazos cada día y para siempre. Cada día sueño con besar su piel, con besar sus labios, hacer mía su boca con mis besos, a mordidas. A pasión y amor hacerla mía, hacerla mía cada segundo, cada día, cada día de nuestra vida juntas. Quiero hacerla mi mujer en todo ámbito aunque ya sea mía me hace falta su piel, me hace falta su olor, me hace falta saber a que saben sus besos y su cuerpo, me hace falta verla a los ojos, verla estremecerse con mis caricias al pasar mis dedos por su piel, al recorrer su cuerpo y al descubrirlo, al descubrir sus puntos débiles, a descubrir cada lunar de su hermoso cuerpo el cual hago mío con cada pensamiento y es que realmente sueño con el momento en que su cuerpo y el mío se unan al hacer el amor viendo su rostro expresando el placer.
Perdón si mis letras le saben a sexo pero no es sexo, es hacerle el amor con las palabras, el plasmar mis sentimientos en éste escrito que la verdad está lleno de amor, de mis sentimientos y es que creo que no me cansaría nunca de decirte lo mucho que amo a mi mujer, lo mucho que amo su risa y su voz, lo mucho que amo cuando está feliz, cuanto amo su optimismo y su entrega, su amor por la justicia y lo perfecta que es para mí.
Éste escrito es para esa mujer, mi preciosa mujer con la que cada día duermo por el momento a la distancia pero con la que estoy segura que nada nos detendrá y conseguiremos estar juntas porque ese es nuestro destino, mi destino a su lado, es una locura hablar de amor en tan poco y de un destino claro pero es que con ella todo es perfectamente claro y cada día al despertar y tenerla en mi vida agradezco de que esté en ella y que sea mía, aunque aún nos queda mucho por vivir pero todo lo que me queda por vivir lo quiero hacer a su lado y mi camino recorrerlo de su mano

Hogar

Hueles a hogar, al hogar al que siempre quiero regresar después de un largo día.

Me pongo a pensar cada noche en ti y en que es lo que más se te parece y he llegado a la conclusión en que eres como el hogar, a que hueles a hogar sin haber sentido jamás tu aroma.

Te preguntarás ¿por qué hueles a hogar? Porque en ti encuentro mi calma, en ti me renuevo, en ti puedo ser yo sin caretas y sin falsas apariencias, en ti encuentro mi comodidad, donde encuentro esa calidez que me hace nunca querer separarme de ti, eres mi felicidad por tener un refugio al cual regresar al final del día.
Y es que no importa si todo va mal porque al final del día todo es por ti y para volver a ti, mi hogar.

Estaciones íntimas

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Quiero que seas otoño cada día en mi cama para juntas hacer verano.
Quiero en tus brazos y en tu cuerpo de verano que detengas mi invierno y cada día al verte a mi lado sentir llegar la primavera por tenerte junto a mi, ya que cada día haces florecer más emociones dentro de mi.

Brota presurosamente.
Cae la oscuridad interior ante tu luz encandilante.
Arde tan apasionadamente en mi interior encendiendo y dando vida a cada fantasía sigilosamente dormida.
Congela cada músculo de mi cuerpo abarcándolo en su totalidad con tan solo una palabra.
Sin ti soy invierno

A tu lado soy verano
Teniéndote en mi vida soy primavera
Y entre tus brazos y tu cuerpo me haces sentir una infinita aleación de íntimas estaciones las cuales me dicen a gritos

Estoy viva.